
Frente a este fenómeno del siglo XIX, nos encontramos con otra de las características que forman parte de los cimientos de nuestra sociedad, como es la propiedad. Aquello que define qué es nuestro y de nadie más. Pero en este caso, no hablamos de una propiedad cualquiera, sino de la propiedad intelectual, que determina que cada persona que lleve a cabo una creación, sea del tipo que sea, pueda obtener algún beneficio, tanto económico como moral. Es decir, determina quien es el autor de una obra, que a su vez será el beneficiario de la misma. Un valor muy respetado por los creadores y artistas que ven en las nuevas tecnologías el enemigo contra el que tienen que luchar, ya que nos pone en bandeja poder hacer uso de los contenidos que queramos sin tener que pagar un duro por ello. Y es ese el “valor” al que los creadores no están dispuestos a renunciar.
Si analizamos esta última postura, la de los propios autores, entenderíamos que, al no percibir remuneración ninguna por sus creaciones, se conviertan en defensores a ultranza del copyright en la red, es decir, de que se proteja su propiedad intelectual.
Pero en un ecosistema como Internet, esto es algo muy complicado de defender. Algunos, en pro de que la propiedad intelectual quede protegida, han decido hacer uso de tecnologías, del calibre de las que permiten robar las obras en la red sin pagar por ellas. Es decir combatir el daño que les hacen las nuevas tecnologías, con más nuevas tecnologías, como es el "Digital Rights Management"(DRM). Este invento, se ha convertido en el arma de muchos de los que están a favor del copyright, y en el problema, de quienes aprovechan las posibilidades de copiar y difundir libremente que aporta la red, es decir, de los que están a favor del copyleft.
El DRM, provoca que cuando paguemos un canon por el uso de alguna obra en Internet, esté controlado, y recortado el uso que de ella podamos hacer. Por ejemplo, solo visionarla en un determinado soporte, no poder copiarla en un DVD...
Y esa es otra. La aprobación del canon digital: el mejor invento que se les podía haber ocurrido a
CANON PARA TODOS
Como respuesta a la rigidez del copyright, ha surgido recientemente otra figura para proteger los derechos de autor: los Creative Commons. Se trata de una alternativa por la que se ceden ciertos derechos y se reservan otros. Es preciso puntualizar que los Creative Commons no son equiparables al copyleft; error en el que cae Cremades. El Copyleft, es el derecho a copiar, bajo la cuestionable premisa de que las ideas no pertenecen a nadie.
Pero lo cierto es que, aunque sin ser tan extremistas y teniendo presente que es cierto que las ideas surgen de su creador, es casi improbable pensar que los usuarios estarán dispuestos a pagar por algo que saben que pueden tener gratuitamente. Es injusto, es verdad, y probablemente habría que encontrar soluciones que beneficien los intereses de los creadores; pero lo que de verdad es injusto es que prioricen en las necesidades de estos antes que en las del resto de la sociedad; privándonos mediante la legislación de la libertad que nos ofrece